..."¡He comprado la hacienda en la que mi padre y mi abuelo fueron esclavos! ¡En la que ni siquiera en la cocina se les permitía entrar!"...
Ésto tranquilamente podría haberlo dicho mi tía. Te cuento: andábamos en tiempos de antes de la Guerra Civil Española, cuando los pobres eran muy pobres y los ricos muy ricos.
Mi abuelo Joaquín, era de los pequeños de 20 hermanos, con lo que sus padres, unos payeses sin nada que llevarse a la boca, le dijeron que tenía que espavilarse cuando aún no había cumplido los 10 años, puesto que no podían mantener a todos. Y tuvo que marcharse a buscarse la vida.
Seguro que a muchos os suena, esos tiempos a primeros de siglo.
Empezó a trabajar como mozo en una gran casa. Allí primero comían los señores, con lo que sobraba se alimentaba a los perros y lo que los perros no querían, se lo daban a los mozos.
Parece y es una barbaridad, pero así eran las cosas. Mi abuelo se marchó de esa casa y consiguió salir adelante con mucho esfuerzo. Tuvo 4 hijos, entre ellos mi madre, y consiguió que a ninguno de ellos les faltara nada, dentro de lo imprescindible.
Mi tía localizó muchos años después la masía donde a mi abuelo lo trataron peor que a un esclavo. La casa estaba hecha una ruina, y no se ha sabido nunca que ha sido de sus antiguos dueños. Lo que sí puede decir ahora mi tía, es que ahora es la dueña de la casa donde se maltrató a su padre.
¿Resana ésto, todo lo que él sufrió? Evidentemente no, pero mi tía tiene el alma mucho más tranquila.
Lopajin compra el jardín de los cerezos, donde antes su padre y su abuelo fueron esclavos. A diferencia de mi tía que ha restaurado la casa, él pretende talar todos los árboles para construir casas de veraneo.
Chéjov retrata perfectamente esa nobleza rusa venida a menos, completamente arruinada, que se ve obligada a subastar sus propiedades para pagar deudas. Ambientada a finales de siglo XIX, cuando tuvo lugar una inversión de papeles en que los hijos de los esclavos se enriquecían y la clase burguesa se empobrecía. Esa nobleza manirrota, que siempre han tenido todo y nunca han tenido que trabajar para ganarse la vida. Así se ponía en entredicho la forma de vida de las clases adineradas tradicionales. ..."Lo único que hay que hacer es trabajar y ayudar con el máximo esfuerzo a aquellos que buscan la verdad. Entre nosotros, en Rusia, pocos son los que trabajan. La enorme mayoría de los intelectuales que conozco no buscan nada, ni hacen nada, ni están capacitados para el trabajo. Se califican a sí mismos de intelectuales, llaman de tú a la servidumbre, tratan a los "mujiks" como animales, estudian mal, no leen nada en serio, viven en la ociosidad."...
Quizá crees que éste es el conflicto de Liuba, la aristócrata rusa propietaria de la finca. Pues no, ella sólo está pendiente de su decepción amorosa, su obsesión por su amado que ha dejado en París, y lo único que la preocupa es todo menos en lo que debería estar pendiente. Es el ejemplo de la decadencia de la burguesía rusa.
..."Voy y me encuentro con que tiene visitas; unas francesas y un sacerdote viejo, con un libro... Todo está lleno de humo de tabaco... Y, de repente..., ¡me da tal lástima de mamá..., tal lástima."...
Leer teatro no es nada fácil, y más aún si los personajes se llaman Liuba, Ania, Gaev, Tropimov, Scharlotta, Lopajin, Pischik, etc, con lo que no sabes si es hombre o mujer. El texto se sigue con cierto grado de dificultad, precisamente por la presentación de los personajes.
Los diálogos pese a ser muy fluidos, en ocasiones pueden ser un tanto caóticos y poco creíbles, y le pierdes la pista al argumento, aunque la recuperas más adelante.
Chéjov nos va dando pistas para acercarnos más a la época y a los personajes, introduciendo copas de champaña, sombrereras o carruajes, además de los toques de formalidad a la hora de dirigirse a unos y otros personajes, para delimitar los que forman parte del servicio y los de la casa.
El jardín de los cerezos es una obra en 4 actos, que se estrenó en el teatro de Arte de Moscú el 17 de enero de 1904, y con la interpretación de Olga Knipper, esposa de Chéjov. En Madrid se estrenó un 9 de marzo de 1932, interpretada en ruso con la misma compañía que estrenó en Moscú, y los críticos de la época comparaban esta obra de Chéjov con El Abuelo de Galdós.
No se estrenó en español hasta en 1960, contando con unas jovenes M. Dolores Pradera y Alicia Hermida, y con Antonio Ferrandis (sí, sí, Chanquete).
Chéjov fue médico de profesión y escritor por vocación. Escribió esta obra poco antes de morir a los 44 años. La misma edad que tenía Albert Camús cuando le concedieron el Nobel. Chéjov nunca lo recibió, esas cosas de los premios.
LA PALABREJA: mujik
Segun la RAE:
1.m y f. Campesino ruso.
ETIMOLOGIA:
Del franés «moujik», que a su vez deriva del ruso «muž» que significa hombre, y que junto con el sufijo diminutivo -ik, denota un hombrecillo, u hombre empequeñecido.
CURIOSIDADES: El término mujik se empleaba para referrse a los campesinos rusos que no poseían propiedades. Este término designaba a los siervos, y éstos, después de las reformas agrarias en Rusia, se convirtieron en campesinos libres, hasta la revolución soviética en 1917.
En literatura se describe a un mujik como un ser pobre, y muchas veces como alguien perverso y corrupto.
No en el marco del libro, pero también es un mujik una pasta parecida a un lazo, con masa de croisant de mantequilla y rellena de crema.
Un retrato de la burguesía rusa en decadencia.
El testamento de Chéjov.
Antón Chéjov, ha sido reconocido como uno de los más grandes dramaturgos y escritores de relatos. Si no lo has leído nunca te recomiendo que empieces por cualquiera de sus relatos cortos antes que con una obra de teatro.
Título: El jardín de los cerezos (Вишнëвый сад)
Autor: Antón Chéjov
Editorial: Greenbooks Editore
Idioma original: Ruso
Idioma traducción: Castellano
Traductor: Saturnino Ximénez
Páginas: 77
Año publicación original: 1904
Año publicación esta edición : 2019 (ebook)
Me gusta mucho el teatro de Chejov que solo conozco en adaptaciones de televisión (Estudio 1 y Novela) de los años setenta y ochenta y por haberlo leído. El jardín de los cerezos fue una de esas obras que TVE adaptaba para Estudio 1, un maravilloso programa que nunca debió abandonarse.
ResponderEliminarUn beso.
Leo muy poco teatro, salvo que me atraiga mucho la obra y después vea que no le pierdo el hilo. Por lo que nos comentas, creo que El jardín de los cerezos merece la pena leerla, a parte de que me gusta mucho Chèjov. Si no lo leíste, te recomiendo su relato La dama del perrito. Un abrazo.
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