RESEÑA: Goya

 Los grandes pintores no mueren nunca

Jean François Chabrun fue un poeta, miembro de la resistencia francesa, comunista, periodista y crítico de arte. Acusado de estalinista, en 1944 le expulsaron de la revista que fundó "La Main à plume" con la intención de mantener vivo el pensamiento surrealista en la Francia ocupada, y contó con la colaboración de Magritte y Picasso entre otros.
Abandonó entonces el partido comunista y se dedicó al periodismo y a la crítica de arte

Autor de más de 30 obras, ha escrito además varios ensayos, uno a Picasso y otro a Rodin entre los más conocidos. Éste que hoy te reseño, es una ajustada monografía dedicada enteramente a Goya en 1965. Chabrun pasa de lo pintoresco a una notable especulación pictórica: a banda de contarnos la vida de Goya, lo situa en el contexto histórico dando mucho más sentido a muchos de sus cuadros.

Divide el libro en tres tiempos esenciales para comprender la obra de Goya, LA VIDA OSCURA entre 1746 y 1792 en que nos habla de sus inicios y las dificultades de hacerse un nombre para poder vivir de la pintura y de sus trabajos en tapices, LA VIDA ARDIENTE entre los años 1792 y 1808 en que pintó la mayoría de los retratos, los cuadros de las dos majas y los caprichos, y finalmente EL CAOS, LA SOLEDAD Y LA GLORIA de 1808 hasta 1828 donde pintó los desastres y sus obras más ambiciosas La carga de los Mamelucos y Los fusilamientos del 3 de mayo.

Si lees habitualmente mis reseñas sabrás que no acostumbro a explicar el argumento del libro que reseño. En este caso, es distinto. Esto no es una novela, es un ensayo y como tal no te voy a destripar nada que no puedas saber, ni te voy a anticipar el final, pero sí que me gustaría contarte un poco de la vida de Goya, que me ha resultado muy interesante. Así, si los ensayos te aburren un poco, no hace falta que lo leas, aquí tienes un pequeño resumen. De todas formas este ensayo está escrito de tal manera que se hace muy ameno y entretenido.

Pero vayamos por partes. Desde muy joven, Goya empezó un cuaderno en el que anotaba los encargos que le iban haciendo. La existencia de ese cuaderno demuestra que picaba muy alto y miraba muy a lo lejos dese que salió de Fuendetodos en Zaragoza. Sus inicios no fueron fáciles, en muchos concursos ni se mencionaba su nombre, y sus pocos encargos eran de murales y pintura religiosa, pero no por esto deja de trabajar con menos intensidad y con esa tozudez maña que nunca le abandonará. 
Francisco de Goya y Lucientes quería ser un pintor de los grandes. No hace falta que te diga si lo consiguió. 
Llegado a Madrid trabajó para la fábrica de tapices en la Real Fábrica de Santa Bárbara gracias al hermano de su mujer, Francisco Bayeu, el que fue su padrino en la capital y con el que tuvo varios encontronazos. Los cartones que realizó hasta 1792 fueron muy apreciados por su visión fresca y amable que ofrecían de la vida cotidiana española. Con ellos revolucionó la industria del tapiz que, hasta ese momento, se había limitado a reproducir escenes del pintor flamenco David Teniers. 

En estos diseños está todo el arte de Goya, jamás se había conseguido pintar con tanta gracia y libertad los gestos de la comedia humana. No inventaba nada, pintaba o dibujaba lo que veía. 
De esta época es el famoso lienzo "La gallina ciega" (1789) o "El Quitasol" (1777).

       ..."«Yo he tenido tres maestros —confesará más tarde Goya—: la Naturaleza, Velázquez y Rembrand.» Ante todo, la Naturaleza."... 

La alta sociedad madrileña le abrió las puertas de sus casas encargándole numerosos retratos.

Goya fue un gran pintor de retratos. Ese hombre hiriente y áspero, sabía encontrar la gracia y el tono que conviene al vestido para valorizar una mirada o una sonrisa. Esos retratos de hombres en los que se muestra implacable contrastan con los retratos que hace de mujeres pintadas sin complacencia, que son de una sensualidad generosa y en los que juega con la elección de los colores de acorde con la personalidad de la mujer.

        ..."¿Cómo resistir a tal mago, cómo guardarle rencor si nos deja, dejándonos una imagen más rica, más positiva que la que nunca hubiéramos osado imaginar de nosotros mismos?"... 

En 1986 se le nombra pintor de cámara del rey Carlos III, y esto le da derecho a una buena renta y a un buen rango social y honorífico. Es entonces que vuelve a Zaragoza para saborear su triunfo, para que todo el abolengo de la ciudad le haga encargos, ahora sí.
En el 1792 le aconsejan alejarse de la corte debido al ambiente enrarecido que ya se respiraba. Fue en esa época que se fue a Sevilla donde entró en contacto con la duquesa de Alba. Lo de que fueron amantes parece ser que sólo es una leyenda urbana. Lo que sí compartían era admiración mútua. 
Y entonces fue cuando enfermó tan gravemente que le quedó la SORDERA como secuela permanente y que agrió aún más su carácter. Es ahora cuando pinta en sus cuadros personajes ridículos y grotescos con rostros deformados y exageración de los rasgos físicos.


Los CAPRICHOS son 80 gravados hechos con la técnica del aguafuerte y el aguatinta, realizados entre 1793 y 1798, de temática centrada en la brujería y la prostitución básicamente, con críticas a la inquisición, denuncia de las injusticias sociales, de la incultura o de los matrimonios por interés. 

En 1800 le llega el encargo de pintar a la familia del nuevo rey Carlos IV a imitación del cuadro de Las Meninas de Velázquez, donde los miembros de la familia de Felipe III pasarían por modelos de inteligencia y de pureza. En el cuadro de Goya, si te fijas en las fisonomías de los miembros de la familia real, no están para nada maquilladas, y se ven feroces porqué a Goya le es imposible escapar a la regla de oro del "realismo".
Si te fijas Goya también aparece en el cuadro, como Velázquez en el suyo.
 
 














Tras el levantamiento del 2 de mayo, y desde la ocupación francesa con la imposición del hermano de Napoleón Bonaparte, José, como regente, Goya se vió obligado a volver a Madrid y allí continuó siendo el pintor de la corte. Su situación se volvió delicada con la restauración absolutista de Fernando VII, en la que persiguieron a liberales y afrancesados entre los que se contaba Goya, pues había pintado retratos de generales y políticos franceses.

Pero continuó trabajando, realizando cuadros de pequeño formato de capricho abordando sus obsesiones habituales y haciendo retratos en la corte y demás cuadros oficiales, entre los que destaca Asamblea General de la Compañía de Filipinas. En 1816 realizó su último cuadro oficial en el que retrató a María Isabel de Braganza, segunda esposa del rey.
Entre sus obras de capricho cabe destacar la serie La Tauromaquia, compuesta por 33 gravados y Los Disparates, una serie de 22 estampas.

Con estos ingresos Goya adquirió La Quinta del Sordo, cerca de Madrid, donde pintó la serie de 14 obras murales con la técnica de ólea al secco, y constituyen probablemente su obra cumbre, tanto por su modernidad como por la fuerza de su expresión. Estas pinturas murales fueron trasladadas a lienzo y ahora se exponen en el museo del Prado.

Se marchó a Burdeos en 1824 debido a los cambios políticos en España y allí vivió y trabajó hasta el final de sus días en 1828. Prueba de ello es su magnífico cuadro de La lechera de Burdeos.

Goya fue un expresionista ferozmente realista (como en el cuadro de Las dos viejas), un espíritu sensible (en los etratos de niños), un razonador a veces algo simple (los gravados), un sensual (en las dos majas), un amante del pueblo (en el cuadro de Los fusilamientos del 2 de mayo), un pintor mundano dispuesto a todos sus compromisos (los retratos de la alta sociedad madrileña) y un hombre capaz de pintar también por simple placer y como deber hacia sí mismo (los frescos de la Quinta del Sordo).

Ortega y Gasset dijo de él: «Pretender definir a Goya y verlo claramente sin comenzar destacando lo que tiene de bruto y de torpe es ganas de renunciar por anticipado a conseguirlo, y es cegarse para una de las más sabrosas dimensiones de su genio».


Goya fue, como dice Chabrun, demasiado clásico para los románticos, excesivamente romántico para los impresionistas, y sobradamente realista para los cubistas. Es un artista de variados registros: su pintura alterna estilos en función de un temperamento propio cambiante, tal y como fue la España en la que vivió.

En el libro Chabrun nos cuenta que cuando el barón d'Erlanger quiso asombrar a París con las Pinturas Negras de Goya, nadie le hizo caso. El aristócrata y banquero había comprado la famosa casa Quinta del Sordo en 1873 y quiso llevarse las pinturas al Louvre. Debido a su desprecio las donó al Prado, para suerte de los españoles.

                   «Contemplad el arte de Goya, 

y después de haberlo visto, 

mirad cómo vacila el mundo de los humanos»

Ha sido muy difícil decidir cual de los cuadros de Goya te muestro en la reseña. Es un pintor de tanta embergadura y tanta belleza que toda su obra te parece merecedora de mostrarse. Ha sido un placer inmiscuirse en su vida de la mano de Chabrun.

Título: Goya 

Autor: Jean François Chabrun
Editorial: Ediciones Daimon
Idioma original: Francés
Idioma traducción: Castellano
TraductorCarlos M. Barbeito
Páginas:  276
Año publicación original: 1966
  

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