RESEÑA: Títeres con cabeza
SINOPSIS DE LA EDITORIAL
Laura Lizaurz es fiscal de la Fiscalía Provincial de Madrid, donde llegó en una huida hacia adelante para intentar liberarse del yugo al que el terror la tenía sometida.
Cuando su vida se está estabilizando, empieza a tener pesadillas con una cría ahogada y un gato muerto. Ella lo asocia a un caso cuyo juicio está a punto de celebrarse por el asesinato de una niña. El homicida está detenido, hay pruebas suficientes para condenarlo, pero a Laura la atormenta no saber el móvil del crimen.
Por otro lado, un día recibe una llamada de su jefe. Este le cuenta que van a pasar por Fiscalía dos policías de la UDYCO y que les facilite todas las gestiones que soliciten.
Estos dos policías son Jaime Andradas y Rodrigo Olivares, que informan a Laura de que les ha llegado un fax de la DEA en el que se menciona un cargamento de cocaína procedente de Venezuela que entrará en el puerto de Vigo.
Laura, reticente al principio, se involucrará en la investigación de la UDYCO, aunque desenredar una madeja en la que se mezclan el narcotráfico y la corrupción pondrá patas arriba su vida y su forma de entender la justicia.
Título: Títeres con cabeza
Editorial: Editorial letra minúscula
Idioma original: Castellano
Títeres con cabeza arranca con una materia prima muy potente: Rocío Durán Bollo conoce desde dentro el mundo judicial y policial, y esa experiencia se nota en cada página. La ambientación —juzgados, comisarías, despachos, redes de narcotráfico— es uno de los grandes aciertos del libro, sólida y verosímil.
La novela se construye alrededor de dos casos diferentes: por un lado, una trama de corrupción policial vinculada al tráfico de drogas; por otro, la investigación sobre un asesino en serie de niñas. Ambos casos aparecen desde el principio y avanzan en paralelo, lo que hace pensar que en algún momento convergerán, que habrá un punto en el que todo encaje y cobre un sentido global. Pero no sucede. Son dos historias completamente independientes.
Y ahí está la debilidad principal del libro: uno de los dos casos acaba sobrando. La autora intenta adentrarse en el thriller añadiendo capas y tensión, pero el resultado es una novela que se dispersa y que pierde cohesión. Como lectora, esperas que todo se conecte, que haya un hilo oculto, un giro final… pero ese momento nunca llega.
En cambio, la parte policial y de corrupción está muy bien resuelta. Es la que tiene más fuerza, más credibilidad y mejor ritmo. Se nota que Durán Bollo domina ese terreno, y cuando la narración se centra en este hilo, la novela funciona de verdad. Quizá Títeres con cabeza habría sido más redonda si hubiera apostado solo por ese camino, sin abrir una segunda trama que termina restando más que sumando.
En conjunto, es una novela negra entretenida, con una ambientación magnífica y momentos de auténtico interés, pero que pierde potencia al dividirse en dos líneas que no llegan a encontrarse.



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